Castillo del Madroñiz

Es la obra más importante de arquitectura civil de la localidad. Situado en el extremo noroccidental del término, a unos treinta kilómetros de la población, es una fortificación de origen árabe levantada entre los siglos XI y XII sobre la vega del Zújar para vigilar las vías de comunicación que unían la submeseta sur con el valle del Guadalquivir. Era, además, uno de los baluartes de la línea de fortificaciones creada para defender a la ciudad y reino de Córdoba de los posibles ataque que pudieran sufrir por el norte.
Tras la conquista cristiana fue sonado al infante D. Manuel, hijo de Fernando III, y tras sucesivas ventas acabó en poder de los señores de Santa Eufemia.
Es un edificio de medianas dimensiones. Su entrada está flanqueada por dos torreones cilíndricos que dan paso a dos grandes patios, llamados el de la Entrada y el del Pozo. De todo el recinto sobresale la torre del homenaje, de planta rectangular y coronada por merlones, cuyas puertas interiores tienen decorados los dinteles con interesantes yeserías mudéjares de influencia toledana.
Restaurado y en perfecto estado de conservación ha sido premiado por la asociación de Amigos de los Castillos. Desde él se divisa un amplio, bello y agreste panorama por el que discurre el río Zújar.
Las tierras de Madroñiz han alcanzado justa fama a lo largo de los siglos por su abundancia en caza mayor y menor. Esto explica que no lejos del castillo, al otro lado del Zújar, lo señores de Santa Eufemia levantaran una casa para recreo y caza, denominada “Casa la Bóveda” por la de medio punto que cubría su estancia inferior y que aún se conserva.