Es otra construcción gótico-mudéjar del siglo XVIII. Sufrió algunas reformas en épocas posteriores, la más representativa en el mandato del Cardenal Salazar. Es un templo de una sola nave, formado por arcos apuntados que descansan sobre pilares empotrados en la nave. El último cuerpo está dotado de una cúpula de media naranja, decorada en su mayoría con pinturas florales. Su interior es de construcción más antigua que las dos fachadas.
Sus retablos e imágenes fueron incendiados en 1936, entre ellos Ntro. Padre Jesús Nazareno, de gran valor escultórico, y San Gregorio, procedente de una ermita ya desaparecida.